viernes, 26 de julio de 2013

Aldo, Benedetti y el hombre de las manos arrugadas



26 julio 2013


Me fui al banco, el de madera, si, mi banco de siempre, a tomar aire y a alejar los pensamientos colocando la vista en la LH*. se paró frente a mi y se acabó sentando a mi lado. Sacó de su bolsillo un manoseado y amarillento papel y me leyó un precioso poema de Benedetti ….
Paso que pasa
rostro que pasabas
qué más quieres
te miro
después me olvidaré
después y solo
solo y después
seguro que me olvido
…………………………….
Al rato me contó cosas que me parecían lejanas pero tremendamente íntimas y cercanas al alma. Me habló del amor de ella y de cuya muerte, que, al parecer, sucedió unos pocos años atrás, aún no habíase recuperado. Me habló, también, de su hija Ayelen, de sus cinco nietos y que pronto, por Navidad, vendrían a verle. Hablaba y hablaba sin parar, parecía como si me conociera de toda la vida. Al rato, insinué que debía marcharme y entonces me dijo: ¿Aldo, como vas de lo tuyo? – ¿Aldo?, no, yo no soy Aldo, Aldo se fue, si, nos dejó en Mayo – ¿Murió?, me preguntó … y ese hombre de manos arrugadas, amante de Benedetti y brillante conversador, bajo la cabeza, y entre sollozos quiso decirme algo que no pude entender. Acabé dándole un abrazo y … me fui, lo dejé con su dolor y, yo, pobre de mi,  no pude llevarme ni un trocito del suyo.

LH*: Iniciales por las que los de ciencias llaman a la  Línea del Horizonte




2 comentarios:

  1. Llega un momento en que todos empezamos a perder amigos. Uno no piensa en sí mismo pero está en la línea de salida.

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    1. Cierto, ML, esa sensación, seguramente, egoista, la vengo padeciendo desde que fui al entierro de mi Madre y le dije a mi hermano: Lloro por ella, por mi y por ti, si, ahora, nosotros, estamos en primera fila.

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