17 septiembre 2013
Conseguí atinar con la llave del coche y no tuve que volver al despacho a buscarla. La puerta del garaje se abrió, hoy, a la primera. Sol, calor, gente relajada por mi entorno y mucha llamada al orden en mi teléfono: "Enrique, conyo, háztelo mirar". Pero el miedo es libre y nadie puede explicar como controlarlo, por ello aferrarse al viento fresco de la mañana y sentarme con mi árbol favorito no es, tan solo, una estupidez, es mucho más, es buscarle sentido a como hacerse el nudo en los cordones de los zapatos, sí, es instintivo, es animal.
Curioso es saber que tras una corta lucha con "el otro yo", descubro, nuevamente, pura envidia que me tengo, que sentarse frente al mar con los pies desnudos es un privilegio de Dioses, no os lo perdáis, a mi casi se me pasa. También me sorprende que esas cosas, tristemente, si se lo cuentas a un cuarentón, puede que te acabe mirando con la misma cara que yo hacía, a esa edad, cuando alguien me hacia a mi alguna afirmación parecida. Terrible ... Verdad? La razón, como decía mi querido Agustín, solo se adquiere con la experiencia. … ¿Y eso que quiere decir, Enrique?, me dice la Loli y yo, como si quisiera o pudiera, explicárselo le digo que eso es cosa de la envidia sana, la que se profesa por el sentido de la razón … – “Cada día estás peor, mas loco, Enrique” … - Puede.
Ciertamente los secretos de los dioses se aprenden con la edad.
ResponderEliminarGracias por confirmarme lo que para mi era un supuesto, María Luuisa. Cierto, no podía ser de otra manera.
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