26 septiembre 2013
Sentado en esa sala de espera donde todos debieran pasar, al menos, una vez cada tiempo imposible, observando a Rosa, a Laura, a Miguel ..., a todos ellos con su máscara CEPAP, su silla de ruedas, su tos infernal, cada uno con lo suyo y, todos, queriendo vivir como o más que nadie.
Cada vez que me toca pasar la revisión en Neumología, asumo el pecado de soberbia y la necedad del egoísmo. Pero, también recibo una aleccionadora dosis de humildad y de aprendizaje sobre lo mucho que tenemos y no sabemos apreciar. Lo mejor, sin duda, la autoestima de mis compañeros de sala, el amor de sus acompañantes y la extraordinaria y altruista actitud de mi querida galena.
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