viernes, 20 de diciembre de 2013

El Vecino de mi abuelo, (III)


20 diciembre 2013         (2011-2012-2013)

Lo sé, sí, lo repito una y otra vez, pero es que en estas fechas me resulta imposible no recordarlo:

Qué cosas me contaba mi abuelo. Él era el primer Enrique conocido de la familia, y lo fue, además, por su fabulosa capacidad para contar cuentos e historias. Un día me contó, cuando yo estaba berreando como un bebé, que no debía hacerlo y para justificar el porqué no debía hacerlo me explicó una de sus historias. Ese día me cogió, como hacía siempre, por los hombros y hacía que le mirara a los ojos y entonces empezó a contarme que ….
    • Un vecino de la escalera donde él vivía de pequeño, moraba solo en esa inmensa casa que poseía. El Hombre,Pere se llamaba, era conocido por ser un desagradable y viejo tacaño que siempre gruñía, mas que hablaba, cuando se cruzaba con cualquiera por la escalera. Gloria, la portera, creía que estaba y era, así porque todos sus hijos le habían olvidado, pero estaba convencida que no era mala persona.
    • Un día de Navidad, mientras se celebraba la fiesta con toda la familia y mientras estaban todos cantando las clásicas canciones del día, me decía mi abuelo que oyeron un gran estruendo en las paredes que daban con el vecino y algún lejano gruñido que, al parecer, dejaba oír cosas poco agradables e impropias de persona humana alguna. Mi abuelo, como ya estaba advertido Por Gloria, se fue a la cocina, llenó una copa de cava y partió un buen trozo de turrón de yema y, sin que nadie se diera cuenta, salió al pasillo de la escalera y llamó a la puerta del vecino. Éste tardó en abrir pero al rato lo hizo y cuando el hombre le preguntó a mi abuelo que era lo que quería este le respondió que: “nada, solo quería desearle una muy feliz navidad” y al punto le dio la copa y el turrón que llevaba entre las manos. El viejo, cuenta mi abuelo, que estuvo unos segundos sin decir nada. Al rato, cambiando el semblante, el viejo gruñón se agachó ante el niño que era mi abuelo y con lagrimas en los ojos le dijo: “Gracias, ¿No me vas a pedir nada a cambio?” y, dice mi abuelo que le dijo; “No, solo quiero que sepas que no estás solo”. Con un fuerte abrazo que duró unos largos segundos, dice mi abuelo, que el hombre le dijo, repetidamente, gracias, gracias, gracias y se despidió con gran velocidad cerrando la puerta al instante.
    • Desde esa fecha el viejo gruñón se convirtió en amigo inseparable de mi abuelo, recordándome que una de las mayores tristezas de su vida fue cuando el viejo vecino murió, lo cual hizo a los pocos años de aquella navidad y a cuyo sepelio acudieron todos los vecinos y muchos extraños pues ese hombre se convirtió, desde ese suceso,  en una especie de Ángel Custodio de toda su vecindad y de mucha gente del barrio.
No creáis que me invento estas historias, quizás sea que yo las recuerdo así, seguramente son, solo, lo mas parecido a la realidad y solo sea eso, pero para mi siempre serán como lo que son, un feliz recuerdo.




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