19 diciembre 2013
Nunca jamás olvides que un día tuviste libertad para todo. Es importante no olvidarlo, ayuda a vivir, ayuda a creer en un mundo mejor aunque te cueste creer en él.
“Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mi libros, por favor créanselos. Créanselos porque me las he inventado”. (Final del discurso de Ana María Matute al recibir el Premio Cervantes 2010)
Tuvo que ser antes de perder la inocencia. ¡Lástima!
ResponderEliminarTe deseo lo mejor en estas fiestas y lo requetemejor para 2014.
Muchos besos.
Seguramente, María Luisa, me refiero a la libertad más cercana, esa que te permite hacer lo que quieres con tu cuerpo, con tus deseos y, hasta, con tus formas. Feliz Navidad y un gran aplauso para ti ++++++++++++++++
EliminarExtraordinario pensamiento, Enrique. Sentir el sabor de la libertad es, posiblemente, la más grande de las sensaciones que se pueden sentir en el interior de una sociedad organizada.
ResponderEliminarUn gran abrazo, Enrique.
Eso es, amigo Campillo, sentirla, al menos, ayuda a reconocerte y a reconocernos. El tiempo ha marcado muchos límites y algunas tozudas actitudes en otros la coartan en vena propia y ajena. Curioso, ¿Verdad?
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