05 febrero 2014
- Mientras oía una de esas canciones de Milanés que me exprimen el alma y me transportan a esos lugares de los que nunca debiéramos haber dejado de estar, el viento virtual me ha llevado a ver a Rosa, mi querida y singular avia materna. Me quería como a nadie, siempre quise creerlo, aunque sé que todo tuvo su momento y sé que no hay nada mas querido que aquello que se ha perdido o ya no existe. Estuvo toda la vida, (la que yo viví con ella), impedida de andar con normalidad, pasaba largas horas en su silla especial, (que no de ruedas), y, seguramente, eso le agrió el carácter, como no, pero conmigo intentaba ser dulce. Que mi nombre fuera como el de su querido Enric, seguramente, me hacía poseedor de un don que mis otros hermanos no tenían o que yo quería creer que no tenían, pero yo siempre estaba a gusto con ella. Pasaba horas y horas haciendo ganchillo, emitía chasquidos y un inolvidable “Ay, senyor” de modo metódico mientras yo dibujaba en la mesa del comedor mis láminas de dibujo lineal de segundo de aparejadores.
- Un buen día, tras uno de esos largos y eternos silencios que ella mantenía en mi presencia, (sin dejar de observarme), me dijo: “Enric, un día tú serás mas grande que él, la vida te respetará y el éxito te llegará en cuanto salgas al mundo del trabajo. Tú abuelo fue el mejor, pero tú lo superarás”
– Mi Avia Rosa no quería nunca estar en cama porque decía que en la cama la gente se moría, pero un día del Pilar del 71 se tuvo que acostar. Al día siguiente un cáncer galopante se la llevó. Yo fui el primero, junto a mi niña que venía conmigo, en saberlo. Fui a verla cuando venía de trabajar y la encontré ahí. No tuve tiempo de despedirme de ella en vida pero lo hice a mi manera. Le dije: “Avia Rosa, te haré caso, lo haré por ti y por Él, seré el mejor” .. y le di un largo beso que aún hoy me estremece recordarlo. Lo peor fue anunciárselo a mi Madre.
– Mi Avia Rosa no quería nunca estar en cama porque decía que en la cama la gente se moría, pero un día del Pilar del 71 se tuvo que acostar. Al día siguiente un cáncer galopante se la llevó. Yo fui el primero, junto a mi niña que venía conmigo, en saberlo. Fui a verla cuando venía de trabajar y la encontré ahí. No tuve tiempo de despedirme de ella en vida pero lo hice a mi manera. Le dije: “Avia Rosa, te haré caso, lo haré por ti y por Él, seré el mejor” .. y le di un largo beso que aún hoy me estremece recordarlo. Lo peor fue anunciárselo a mi Madre.
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A los 19 años me casé y vine para este pais dejando a toda mi familia y amistades fue una dolorosa desición,pero lo hice bien.Aca tuve a mi hija y ayudé a mi familia hasta que los traje a todos.producto de mi esfuerzo y un gran marido.Claro que he tenido una educacián buenas posiciones y buen salario.pero tambien el peso de la responsabilidad.Estoy de acuerdo que el respeto se gana con todo ello.Muy buena entrada Enrique.Un abrazo!
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Idolidia. Rebosa sensibilidad. Enhorabuena y un fuerte abrazo-e.
EliminarYo también tuve una abuela a la que quise mucho, tanto como ella a mi.....quizás porque también le recordaba a un hijo que se le murió a una edad donde debía estar prohibido hacerlo. Yo como tu, me acuerdo de ella casi a diario, yo como tu, la hecho tanto de menos........ Me has emocionado amigo, y a estás horas! Un abrazo
ResponderEliminarNo creo que sea malo evocar recuerdos felices, amigo argy, al contrario, demuestra cómo somos.
EliminarNo lo es, ya lo creo........
ResponderEliminarUn fuerte abrazo-e, amigo argy
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