Yo no sabía que ser abuelo era eso

19 febrero 2014

Me pisaba la toalla, sentía humedad en el cuello y el calor adornaba un espectáculo imaginario que, no por deseado fuera menos posible y lo fué. 

Las nubes seguían ahí, blancas con un tono grisáceo que las hacían adorables para los amantes de los cielos turbios y de los perturbados de la razón sensual, moral y social.  

Los cuentos que cuentas a los que van llegando al mundo de la razón, a medida que van teniendo añitos, deben ser, cada vez, más contundentes y más reales pero antes debes hacerles conocer el mundo de los sueños. 

Pasar del cuento al sueño, a la deseable utopía, a la verdad surrealista, es a lo más que puedes aspirar cuando la realidad resulta tan aburrida como la asepsia mental. 

Quizás haya que llegar a cierta edad para ser persona.  No sé, pero, desgraciada y otras, afortunadamente, pienso que eso es lo que nos permite creer en el sentido de la vida. Ser abuelo, o no, pero ser dueño de tu experiencia, debiera tener más lugar en el espacio intelectual formativo del resto de la escasa intelectualidad perceptiva que nos  rodea.

Ahora, fuera de la vorágine empresarial, (ay, cuanto me entiendo), puedo entender miles de cosas que antes no hubiera podido imaginar, nunca, por muchas copas de Bacardi-Cola que hubiera tomado en una larga y heroica, noche de emociones y logros empresariales no explicables.  Qué bien me lo pasé, cuantos éxitos conseguí, nada de lo que arrepentirme, claro, pero nada mejor que creerte que algo hiciste para que el mundo fuera mejor. Animo a los más jóvenes a hacerlo, un grano de arena sí hace playa. El éxito viene del sacrificio, se obtiene con las heridas, con la experiencia y, especialmente con la dedicación. Nada como ser abuelo, y aunque muchos, por una u otra razón, no lo sean, bastará con tener edad para serlo, pero cuidado, no basta con dejar que el tiempo pase, tan solo, hay que ganárselo, ese estado no es un regalo, es un premio.

Enviado de Samsung Mobile Note III

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