Pintura de Andrei Protsouk
21 julio 2014 - 21 julio 2016
La perseguí, me había fijado en ella y no lo podía remediar. Yo no era un ligón al más puro estilo de la definición de la hortero-palabra, pero me iba bien. Mi papel de chico segundo de la clase, tímido y poco hablador, me daba unas opciones que, en aquel momento, nunca supe que eran mi valor más importantes entre mis “pros”. Los estudios en plena dedicación y ser practicante del asqueroso y odiado fútbol juvenil de la época de los 60, eran mis “contras”, pues limitaba mi tiempo para aparecer en esos lugares oscuros llenos de música Rolling o Beatles y hasta de Ádamo, que me perdí mientras le daba al balón. Pero eso no era despreciado por la fémina de mi vida, pues cuando se y, preguntaba … ¿Dónde está Enrique que no ha venido? se contestaba y le contestaban … está muy ocupado en otras cosas y eso, sin yo saberlo, le daba un valor añadido a mi personalidad que yo, con mi ingenua ingenuidad, ignoraba. Ahora, cuarenta y ocho años después, seguimos juntos y aún no he sabido entender otra cosa. Dicen que la vida da muchas oportunidades, yo tuve una, solo una, y acerté.
¡Enhorabuena, tío!
ResponderEliminarGracias, Tracy. Una vez he leído este auto artículo, casi me dan ganas de borrarlo. En fin, no obstante, a veces de enseñarle al mundo el culo de la realidad ¿Verdad?
EliminarEnhorabuena!!! Yo soy de ese club.........y aqui andamos, desde el ´84 arrancando hojas al calendario.
ResponderEliminarCreo que me vas aganar por arriba, por longevidad, amigo Antonio, eres un ejemplo.
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