lunes, 14 de julio de 2014

Recuerdos insostenibles: Celebrando mi primera Hostia, la Santa.



14 julio 2014

Escuchaba sin oír, mientras ellos, los de la mesa de al lado,  se han puesto a programar cada una de las escenas de esa futura fiesta de "nosequé" boda y a mi me ha entrado ese mal que me afecta desde hace ya algún tiempo y me he puesto a recordar como fue la mía, mi fiesta más recordada …
Me acuerdo que el largo pasillo de la barcelonesa Casa de Padre Claret, frente al Hospital de Sant Pau, estaba llena de sillas y ahí estaban sentados “cientos” de familiares que yo no sabía muy bien quien eran. Habían venido desde todos los pueblos donde había alguien de la familia. Encorbatados, ellos, y ellas con trajes bien coloreados, que parecían salidos del baúl de la nafta. Mi Madre se deshacía en atender a todo el mundo y mis dos hermanos se mofaban de mi, como casi siempre. Yo pasaba el libro de firmas y la gente me iba dando los regalos. Me acuerdo que mi tío Joaquín, el Monzó, que era el rico de la familia, me dio una estilográfica Parker con la plumilla de oro, la cual, ahora que lo pienso, se que aún la tengo por ahí. La fiesta era inmensa y nunca pude entender, de mas mayor, como habían podido entrar en esa casa tanta gente ese día. El comedor parecía una amigable cola de racionamiento de la época, todos con el plato en mano y pidiendo tarta, helado o lo que dieran. Todos eran gente de buen color, robustos y alegres. Mi Padre estaba haciendo helado en la terraza del comedor, la que daba al patio de manzana, el cual se hacía de una forma que aún recuerdo como si fuera ahora mismo. Un enorme cilindro plateado lleno de vainilla o algo parecido, que se metía en otro recipiente de madera de mayor tamaño. Entre ambos recipientes quedaba un espacio que se rellenaba con hielo que, previamente, habíamos bajado a comprar al Bar Plus Ultra, el de la esquina de la Plaza del Hospital, y allí se sentaba mi Agustín a darle vueltas con una feliz manivela hasta que conseguía que la vainilla se convirtiera en helado. Lo mas curiosos es que me acuerdo de casi todo, si, de las fotos, del libro de firmas, del helado, de la fiesta, de los tres o cuatro mil besos que me dieron ese día, pero no me acuerdo, para nada, del momento culminante, si, el de la propia Comunión en la Iglesia, la cual, supongo, la haría en la Parroquia del Espíritu Santo o en el mismo Colegio del Obispo Irurita, no soy capaz de acordarme de nada de ello y es que, no se muy bien por qué, de ese momento no hay fotos…
No me hagáis caso si algún día me veis llorar contando estas cosas, son solo cosas, las mías, nada de que preocuparse, realmente, ahora, estoy como entonces, hecho un chaval, un brazo de mar, un tipo para un museo, un verdadero teutón … o eso creo.


8 comentarios:

  1. Enrique, yo también tuve mi helado casero, hecho por mi madre el día dela primera comunión, recuerdo el envase, la manilla a la que había que dar cuerda, con santa paciencia para que se cuajara, buenos recuerdos amigo, aunque tuve fotos, lo que más recuerdo fue la cantidad de helado que pude comer sin culpa, ni regaños...
    Besos

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    1. Qué tiempos, María. Cada vez que cierro los ojos acabó allí, entre ellos. Unos sueños maravillosos. Lo peor sucede al despertar y verme ante el espejo ... no me veo.

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  2. Animo amigo!!! Pronto tendrás otras Comuniones, aunque esas ya tendrán el helado envasado, eso si! Un abrazo

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    1. Eso espero, amigo Antonio. No obstante los chavales de hoy son más de Mercadona y esas cosas que de los Frigos y otroas gracias del pasado. Ya ves ...
      Otro abrazo para ti, amigo.

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  3. Ah!!!!! FELICIDADES MAESTRO.............................Que disfrutes de este día como merece!! Un abrazo

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    1. Creí que me ibas a cantar una canción, amigo Antonio.
      Gracias y mil abrazos, hoy es mi fumata 65

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  4. Amigo Enrique, como a tí, me faltan los recuerdos de la iglesia, pero al revés que tú, yo si tengo fotos, sólo de la iglesia, pero yo recuerdo la fiesta y el cariño de mi familia, de la iglesia para nada. Bonito recuerdo.

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    1. Quizás fuera que se rato fuere el peor, amiga Ana. Miles de recuerdos, miles de historias para contar y ... que poco tiempo.

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