25 agosto 2014 - 2016
Cohonesto , como todos mis amigos saben, es mi vegetal por excelencia, viejo confesor y gran consejero. Él sabe perdonar mis pecados, darme los consejos adecuados y, como no, por su propia historia, me da, siempre, razones para vivir. Estuvo condenado a morir y un anónimo protector lo salvó de la tala asesina a la que le condenó una valla limítrofe de un trazado parcelario. Él, Cohonesto, siempre afea las ganas de cualquiera que se siente en el final de sus ilusiones y en el sinsentido del que quiere caminar hacia el final de su senda sin mayor motivo que el de sentirse atrapado por la soledad o la angustia del sinquerer. De un modo silencioso, sutil y "savio", (por su savia), me insinúa, cuando se deja sentir, que ... ¿Cómo vamos a dejar de querer vivir, de amar a la vida y hasta de sufrir por amar todo lo que nos motiva ser lo que siempre quisimos ser, con todas las molestias que tantos se tomaron para que pudiéramos ser lo que somos?
Cuando Cohonesto se pone así ... no hay más remedio que darle la razón, la vida es algo que se nos regala para que sepamos aprovecharla, aquí no hay un "reset" purificador, solo hay lo que hay y el tiempo es el que nos dan. Saber aprovecharlo es lo que es, lo demás ... aunque aún no lo sé, sospecho que será horrible.
Enviado de Samsung Mobile Note III
enriquetarragófreixes
D, Cohonesto, ¡está usted hecho todo un pino! Su verde es sano aunque sus raíces deben encontrarse en mundos inalcanzables buscando día tras día el alimento mineral que necesita. ¡Que le veo a usted muy bien...! No se preocupe por los hombres, no le podrán dañar nunca.
ResponderEliminarUn abrazo, Enrique.
Gracias, maestro Campillo, mañana se lo leeré a Cohonesto. Le va a gustar.
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