Fotografía de Johan Joubert
11 julio 2015
Permítanme que les cuente una historia que ya fue y que hoy recordábamos con Pedro.
Corría el verano de 2011, Pedro había vuelto de Marsella que es donde vivía su primera mujer, sus dos hijos y sus cuatro nietos. Adrianne, se marchó a su Marsella natal en el 87 porque ya no aguantaba mas las infidelidades de Pedro. Recuerdo que ya entonces, Pedro que era un gran Jefe de Obra, era también el mas golfo de toda la quinta de amigos que por aquí yo empezaba a tener por entonces. La Terreta siempre ha sido territorio de golfantes y lo sigue siendo - dicen algunos divorciados sesentones - pero entonces era una ciudad de lo mas curioso, el copeo fino y las salas de hacer eso, tomar copas sin freno, eran bastantes, muy pijas y, además, la mayoría tenían música en vivo. Pues eso, volviendo a la cuestión golfo-amorosa, raro era el médico o el Tendero de éxito, que no tuviera siempre a la Otra puesta en un piso en La Albufereta, de hecho yo tuve la suerte o la desgracia de vender y construir muchas de ellas en esa época por la zona y me resultaba tan curioso como sorprendente y grotesco, verlo y mucho más, entenderlo. Lo de tener la Otra era algo tan normal en la época de los 70 y 80 por aquí, como sigue siéndolo ahora para muchos sesentones y setentones que aún circulan por mi entorno. No me lo podía creer pero así era. El caso es que además, en algunos casos yo era amigo de los tres, de Él, de su Mujer y de la Otra. Pero mi sorpresa aún era y es, mayor cuando la Oficial mantiene en el olvido a La Otra y vive como si no fuera con ella: “Pero que quieres que haga, Enrique, a éste si le digo algo me deja en la estacada y sin un duro” – Eso decían y dicen. Hay gente que vive con las dos y eso, al parecer, es algo tan normal como inexplicable. Pero la Otra de Pedro, a la cual mantenía con los gastos de representación y comidas falsas que le sacaba a la empresa, un buen día se cabreó porque Pedro no le podía comprar un apartamento mas grande pues se había quedado embarazada y lo quería tener. Se armó el follón, se enteró Adrianne y ésta lo dejó plantado, pero a su vez la Otra, que acabó abortando, se fugó con un médico muy conocido de determinada especialidad que omito referir aquí por razones obvias y que, seguramente, le daba la oportunidad de ser la Otra de otro, pero más bien atendida.
Mañana cuento la segunda parte.
Me gustaría entender a los hombres, cuando escucho estos casos siempre me pregunto ¿A cual de las dos quiere? o , mejor aún, ¿Quiere a alguna? . Porque a las mujeres si que las conozco y entiendo, pero qué complicados los hombres, Enrique, que complicados!!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Detalles ... no creo que haya ninguna explicación ... costumbres, cultura o , sencillamente, estupidez.
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