miércoles, 12 de agosto de 2015

El peligro del pelo púbico perdido

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12 agosto 2015         2013-2009         22 agosto 016


Música angelical al fondo, voz aún mas celestial, como si no fuera de este mundo, flotante sinfonía informando que la cosa bucal va fenomenal y dando instrucciones a la Directora de Clínica, sobre determinadas y pequeñas reparaciones que habrá que efectuar, para seguir mordiendo con normalidad. 

Ese era el escenario donde ayer me movía oyendo a mi querida Odontóloga. Creo que soy el único “sufridor”, en este mundo, que le gusta ir a La Clínica Dental. 

Pero puesto en faena la Directora de la Clínica, mientras balanceaba mis mofletes y mis bonitos y propios dientes, (por qué no decirlo), aspirador acuoso en el lateral de la boca, como si estuvieras “Lelo”, foco en cara y espada dental en mano, entonces me contó una historia digna de contar, por lo ejemplarizante que resulta su contenido. 

Veréis: Cuenta que mientras remienda las piezas bucales de los clientes, ella tiene por costumbre “abroncar” dulcemente la falta de higiene del “sentado”, si es el caso, por ejemplo: 

“Aquí hay un trozo de jamón del desayuno”,
“Allá hay un trocito de pollo asado de la cena”, etc.
La idea es hacérselo pasar mínimamente mal al “sucio bucal” allí yacente y así incentivar el culto a la limpieza bucal mas extrema.

Bueno, pues resulta que un día haciéndole la “bronquibroma” de rigor a un determinado cliente que la tenía ciertamente limpia, me refiero a la boca, le encontró un pelo púbico atrapado entre la pieza 45 y 46 y ella, La Directora “abroncadora”, le dijo, iniciando la extracción del pelo público con las pinzas delatoras … ¿qué hemos comido hoy?, y al parecer, el “sentado”, y con cara de gran satisfacción dijo; No, si no he comido nada, vengo directamente de la oficina…

Pero el problema fue que, justo cuando terminaba su frase, el ínclito y “precipitado abroncado” se desmayó, en un claro ataque de pánico, al ver, con brazo en alto, a La Directora Dental con su trofeo entre las pinzas y con un tono socarrón preguntándole … "¿Parece rubio, verdad? y no es de bigote, precisamente"

No sé si se murió, pero este cuento, que al menos a mi me lo contaron como real, resulta doblemente aleccionador, ¿verdad?, o sea, …: 

No lo hagas en la oficina antes de ir al dentista o bien no te precipites al hablar.



4 comentarios:

  1. Al final no sabemos si murió, pero gracias por contar este cuento.

    Besos, Enrique.

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    1. No, no me lo contó, pero lo normal es que lo hubiera hecho, ... por indecente ... y por caprichoso, Mar de versos.

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  2. que ingenio que tienes cuando escribes...
    Tu mujer debe de estar super feliz
    ¿sos ingenioso para todod?

    o solo con las letras.

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    1. Ay, Mucha, el ingenio, se me acabó cuando me hice rico. Luego me dediqué a vivir de rentas ... las letras es un buen refugio para olvidar que la vida es cruel para quien solo la vive materialmente y no me refiero a los de palpar culos u otras excelencias ... tú ya me entiendes.
      Mi mujer, increíblemente, aún me quiere, dice que mucho más que antes ... yo también, me refiero a que la quiero mñas que nunca ... esa es la parte de la vida que me gusta exhibir, sin que resulte ni grotesca ni pegajosa ... solo es la que tengo.
      Un abrazo mi poetisa favorita.

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