14 septiembre 2015
Esta madrugada de café, dolor prostático en ciernes y amor subliminal a raudales, alguien me preguntaba si yo tenía muchos amigos y ya sabes que cuando alguien te hace una pregunta así, habitualmente, no te la hace para que la respondas, lo que quiere es hablarte, fundamentalmente, de “lo suyo”, es decir, es una pregunta a modo de “introducción al tema”, no espera a que le respondas, le da igual, ni te escucha, el va con una idea fija y te suelta todo lo que le duele, lo que le mata y lo cabronazo que es el Montoro y lo ladrones que son todos los del PP, empezando por el mismo Rajoy, “que a la vista está, Enrique”, según me dice. Todo eso sin pausa y sin titubear, como si quisiera demostrar - antes de su alegato final - que tener muchos amigos no sirve de nada, y eso lo intenta de modo muy seguro él, está seguro de todo lo que dice, como si fuera el mismo Aznar pero en versión Podem o Guanyem. Al rato, en un ataque de tos y entre sorbo y taza en mano, de café, en un brusco gesto, pone a volar la taza y me mancha el pantalón, (hecho un trapo), y todo por empeñarse en que yo no pueda meter baza alguna en la conversación, pero, tras veinte minutos de pausa cerebral por mi parte, solo escuchando y sin Neobrufen – (En sobres todo un hallazgo) - alguno que me alivie, he visto la oportunidad de hacerlo y zas, le enseño la foto de mi amigo Rafa, que además de empresario, jefe, rapsoda en noches locas y progre, (o pijo), hasta las cejas, aunque él no lo sepa, es, también, pintor de versos empresariales imaginarios que tarde o temprano acaba haciendo realidad. Mi amigo, el de la tos, al que llamaremos, XXX, con los ojos enrojecidos de tanto toser, (el tabaco lo matará), va y me dice: ¨¿Pero tú tienes amigos así? ¿Ese Rafa no será aquel que tú …?” – Pues claro, tú que te creías. Y yo, dándole una palmadita en la espalda le he dicho al XXX: Mañana no me esperes, tengo médico a las 7 de la mañana … y yo me levanto mientras se me acerca la Bella Marisa, una bella y coqueta excompañera responsable de Ventas de una Promoción Inmobiliaria de Lujo en Benidorm a la que hacía un siglo que no veía pero a la que sus cincuenta y tantos le sientan de maravilla … Y XXX se despide con un lacónico: “¿Enrique, a ésa también la conoces?” …
Y ahora … Play, por favor:
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