01 Febrero 2016
Tenía frío, me temblaban las piernas, la cara de mármol y las manos como el hielo. Pensé que todo había terminado. El sol no aparecía y la gente en las calles parecían encogidas de frío, errantes, sin rumbo y con aspecto de salir de cualquier fotografía de la postguerra ... tuvo que ser Juan el que con un puñetazo-palmada en la espalda me sorprendió con un saludo motivador: "Enrique ... que haces aquí, en el medio de la calle ¿Estás bien?" - Ah, perdona Juan, por un momento me instalé en el 54 ... en mi barrio ... en todo aquello que no teníamos y que apenas sabíamos que era así.
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... y se te heló el alma.
ResponderEliminarSí, Tracy, sí. Me pasa siempre que me lo imagino.
EliminarFeliz noche, amiga
Se añora el pasado. Siempre nos parece mejor, a mí al menos. Pero sus cosas tenía.
ResponderEliminarBesos
A mi me gusta, tan solo recordarlo, especialmente por recordar con que poco se podía ser tan feliz, Celia. A veces, cuando nadie me ve, me hace llorar ... ya sabes, chocheo.
EliminarUn abrazo y feliz noche
Espero llegar algún día a chochear al menos la mitad de bonito que tú. :)
EliminarGracias, Eme ... un abrazo
EliminarA veces uno se pierde un poco en un ayer que sale a nuestro encuentro como un fantasma envuelto en niebla. Ya nos contarás que te trajiste de ese corto viaje ;)
ResponderEliminarBesos querido amigo.
Ay, Eme, eso es, justo lo que acabo de contarle a Celia ... me traigo el recuerdo de lo felices que éramos con tan poco que teníamos, cosas sencillas ... amor, familia, proyectos ...
EliminarUn abrazo, amiga.
Ay, el pasado... Y el modo en que lo recordamos...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo... Me alegro de que te haya gustado el relato de las mujeres en la noche
Sí, IR, tienes un magnífico blog y unos muy buenos contenidos.
Eliminarpreciosa entrada
ResponderEliminarbeso
Ay, Mucha, querida poetisa, son solo sentimientos que pasaron y quedaron en mi y alguna vez, sin que pueda evitarlo, se derraman.
EliminarUn abrazo, querida poetisa.
A veces a uno le falta el empujoncito de la persona apropiada para que el mundo le cambie por completo de color. El empujoncito o la compañía, estoy seguro de que ya me entiendes. Yo, por mi parte, soy más de combatir el frío con las mantas que de pasear sobre la escarcha helada. Llámame cobarde si quieres :)
ResponderEliminarTienes razón amigo Holden, yo también prefiero las mantas, pero mi mirada se posó en un momento de la historia en el que las mantas eran un artículo de lujo y se regalaban para Navidad, cumpleaños y fiestas de gran celebración. ¿Te imaginas llegar a casa de alguien a celebrar un cumpleaños y que apareces con una manta envuelta en papel de regalo? - Ahora es diferente y mejor, claro, pero yo me hice duro así, y era así porque la época requería un esfuerzo que hoy sería impensable y hasta insufrible der aplicarse a las nuevas generaciones. Lo más probable, no obstante, es que los jóvenes de hoy le digan a sus nietos lo mismo que yo digo hoy.
EliminarFeliz noche, amigo