Imagen de "Ese viejo Madrid que tanto amamos"
08 marzo 2017
Ves a Doña Lucía, esa vieja y atormentada tendera donde los fiambres, la carne y cualquier chuchería sale de su arte a la hora de venderlo, entregarlo y cobrarlo con una sonrisa cuasi seductora. Nadie sabe que hace veinte años su marido la dejó pues se sentía coartado y acabó arrastrado hasta Montevideo en brazos de una rusa de nombre impronunciable que trabajaba en una casa de citas en Benidorm. Me encanta entrar en su mundo, en de esa bella tendera, solo por eso, por esa sonrisa, por ser capaz de mostrarla.
Tropezarse con Luis - ese veterano luchador, un médico de familia de los de antes, sí, de esos que aún iban por las casas a tomar la tensión y a tomarle el pulso al niño para ver si tenía la fiebre del invierno, muy propia del frío invernal del Alcoyá - es como tropezarse con la vida: Sonriente, amable, afable y perversamente conversador, y es perverso para cuando tienes que llegar a casa para preparar la ensalada y el vermú de berberechos, previo a cualquier momento culinario sublime, como debe ser. Luis se quedó viudo hace diez años y hoy a sus setenta y dos, sigue añorando a su Rosa y aún se culpa de no haber tenido todo el tiempo que ella merecía para ser querida pues su vocación y especial dedicación a sus enfermos se lo impidió. A mi me gusta ver su sonrisa y su afabilidad y escuchar cualquier cosa que me quiera contar aunque me gane alguna reprimenda por llegar tarde a la ceremonia de la preparacion de los berberechos 15/20 con salsa roja que a mi tanto me gusta preparar desde, cuasi, que tengo razón de ser.
La vida, la de tu entorno también, es bella si aprendes a verla desde el lado afable por muy áspera que pueda ser tras su epidermis emocional. Admiro a quien así se muestra, valiente ante un alentador y esperanzador futuro por muy difícil que nos parezca. Hoy he presentado a la bella Lucía y a mi amigo Luis, dos lindos ejemplos de ello. La vida ha sido, en mayor o menor escala, cruel con ellos y con muchos más a los que no tengo tiempo, hoy, de mostrar mi homenaje porque ya me van a llamar para mi tortuosa RM, pero entiendo que esa imagen que muestran ellos ayudan al resto a ser fuertes, a ser valientes ante las mil dificultades que ella, la vida, nos presenta como prueba, como ese algo más que nos hace creer que aquí estamos para algo más que para creernos lo que nos quieren contar los que no saben, no pueden o no quieren, aceptar que la vida es como es ... coqueta y de fácil seducción... por quien quiera, pueda o sepa hacerlo.
Enviado desde S6+Edge
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Conocedor del alma humana como pocos, escudriñándola en los más distintos y diferentes personajes que pasan por tu vida. Ah, y siempre dejando tu sonrisa como despedida. Feliz tarde noche ya.
ResponderEliminarGracias, sí, ya son muchos los conocidos y pocos los desconocidos ... muchos amigos, pero amigos pocos o al revés, que tampoco se entiende, pero es así.
EliminarFeliz jueves
Todos tenemos historias, y a aquellos que la viven con la frente en alto y sonriendo como si nada, pues a sacarles el sombrero, un abrazo para ti, buenisima entrada!
ResponderEliminarGracias, Carmen ... así es la vida, quiere que la amemos.
EliminarUn abrazo
Cómo me gusta leerte, Enrique. No tengo todo el tiempo que quisiera para seguirte el ritmo, pero es que me fascina tu capacidad de observación y tu talento para plasmarlo en bellas letras. Te leo embobada.
ResponderEliminarMe encanta la gente así, como tú, como tu Luis y tu tendera...
Ay, esos berberechos...
Besos y feliz fin de semana, Enrique.
Ay, Celia ... me has puesto la cara roja y la piel de gallina. Gracias
EliminarUn abrazo muy fuerte
Asi es Enrique; la vida es como es y tenemos que aceptarla tal y como venga, sin olvidar ser siempre positivos ante todo e intentar contagiar esa positividad a todos los que nos rodean.
ResponderEliminarSaluditos!!! ;)
Positividad, eso es.
EliminarSaludos, amigo little