Esos maravillosos lugares de culto
22 enero 2018
Salir al espacio público; dominar el arte de poder andar sobre tus dos piernas y la cachava; apreciar el ruido de mis amados vegetales batiendo sus ramas al viento incitándome al vuelo irreflexivo de un viejo sin cadenas de las que querer soltarse; volver la vista atrás sin ver; asomarse a las ventanas de lo sencillo, de lo cotidiano; buscar asiento en esos bancos de piedra frente al mar, tu mar; adorar el sol naciente; respirar sin freno el aire marino mientras escuchas el incansable alcance de las olas en la arena, en tu arena; volver sobre tus pasos y al arte de saber contar – como un viejo sabio de cualquier histórica Acrópolis – que la vida es lo queremos que sea y que casi siempre queremos contarlo cuando casi nadie está dispuesto a escucharte, ni los mismos viejos, ni aún menos los hoy jóvenes aunque viejos del mañana; descubrir que vivir es un arte que no todos sabemos entenderlo como tal y que cuando más lo aprecias es, justamente, cuando más cerca estás de su final … todo por un inalcanzable deseo de vivir en cualquier condición y aún más si se trata de vivirlo en la condición plena del porqué … por amor.
Publicado inicialmente en: https://enriquetarragofreixes.wordpress.com
Tú entiendes bien ese arte Enrique.
ResponderEliminarSí, ya soy un veterano ilustrado, querida Tracy.
EliminarFeliz noche