miércoles, 14 de febrero de 2018

Usted sabe dónde vive ... dónde está?

14 febrero 2018
– Se acercó a mi y me preguntó: ¿Usted sabe dónde vive? … ¿Sabés vos dónde puede estar?
– Era un hombre de edad “cuasi juvenil”, de mi edad, es decir, rondando los setenta y mostraba un aspecto de muchacho recién salido de un reformatorio preguntando por la Estación del Norte.
– Berlanga lo hubiera descrito como el típico paisano de la Postguerra buscándose la vida o su suerte.
– Se plantó ante mi, mirándome fijamente a mis ojos iluminados por el sol naciente que se mostraba reflejando su huella en ese temprano espejo marino de mis madrugadas. Esperaba una respuesta y yo … yo no sabía que decirle.
– Finalmente me decidí a contestarle: ¿Pero usted por quién pregunta, amigo?
– El hombre se quedó atónito y tras unos segundos mostrando una cruel expresión de incomprensión y extrañeza en su rostro y con un sensible acento “bonaerense” me replicó: ¿Pero vos no sabe? Cho pregunto por ella, sí pasó por aquí por mi lado y me dejó, se quedó allá en Rosario y nunca volví a verla. Me abandonó, me la quitaron …
– Pero no sé de quién me habla – le insistí
– Pero como no sabe de ella, sos ortiva boludo ¿como sos tan inútil? la llevás en la cara, en tu mirada … le hablo de ella, de la vida. Sos un bendito por ella.
– Y se sentó a mi lado … se puso a fumar un cigarrillo tras otro, (no puedo vivir sin un pucho en los labios – me decía), y a contarme miles de extrañas y bellas historias de amor que él vivió con su María Alejandra, que fue el único y verdadero amor de su errante vida por Europa donde se vino en el 78 huyendo del poder político de su querida argentina. Para él la vida se quedó “achá”, en su Rosario, con su María Alejandra a la que nunca pudo volver a ver pues fue una de esas jóvenes desaparecidas en tiempos revueltos bajo el mandato de Videla en su argentina querida.
– Vos sos un afortunado, querido, vos sos lo que quise ser …
– Y mi nuevo amigo, con su pucho en boca se fue como llegó, andando despacio, aspecto de edificio en ruina pero con un gran y feliz recuerdo en la retina de su memoria … “Él un día fue feliz” … y eso, al parecer, y en su recuerdo, puede ser un sencillo motivo por el que seguir viviendo.
– En el día comercial del amor, (día de San Valentín), tuve la suerte de tropezar con Él, con el amor y me hizo sentir bien, muy bien, como un ser con suerte por saber que Él, el amor, aún vive en mi … y en Ella que me lo dijo en el oído bueno en un inolvidable susurro a las primeras luces del alba como sólo Ella sabe hacerlo.



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4 comentarios:

  1. Qué belleza. La del texto.
    Qué envidia. La mía.

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    1. Ay, amiga Conchita, me he puesto colorado.
      Un abrazo muy fuerte mi fiel amiga-e

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  2. Querido Enrique el amor existe fuera de los centros comerciales.

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