domingo, 11 de marzo de 2018

Armando Corriente


Painting: Mstislav Pavlov

11 marzo 2018

Hay cosas que nunca dejo de hacer siempre que puedo: Recordar este poema de Benedetti y su obligada lectura.
El Otro Yo
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
Mario Benedetti
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4 comentarios:

  1. Muy bueno! No lo conocía. Por un momento me he quedé pensando cuánto tengo de Armando corriente y cuanto de mi Otro Yo. Tal vez alguno se suicidó y aún no me di cuenta... y mis amigos tampoco
    Gracias por desasnarme
    Abrazo!

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    1. Nada que reprocharte amigo, tú eres un magnífico "escribidor" y muestras mucho corazón en ello.
      Feliz noche Frodo

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  2. Querido amigo Enrique, esto que transmites de Benedetti es real como la vida misma, soy de los que creen no solo en el otro Yo, si no en muchos Yoes que componen nuestro Yo. Esto lo aprendí en en curso de Gnósticos hace algunas ´décadas, y sí creo en los yoes
    Un abrazo

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    1. Bienvenido al club de los yoes, amigo Toni. Es tal cual lo dices.
      Un abrazo amigo

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