lunes, 18 de noviembre de 2019

Folleu, folleu, que el món s’acaba y eso de: ¡¡¡Abuelos, hoy nos pagáis vosotros las birras y los chuches!!!


Fotografía de Annie Leibovitz
18 noviembre 2019
Hoy dejaré de lado mi vida virtual, si, la dejaremos descansar un poco y nos dedicaremos a recordar como intenté ayer explicarle a mis enanos, sin éxito alguno, donde tienen ellos su Estatua de Colón y sus Golondrinas del precioso puerto de mi querida y añorada Barcelona, (como la quiero recordar en tiempos de mi feliz infancia), donde tienen las aburridas y bellas casas antiguas de su bello y majestuosa pedanía murciana, donde venden el pan insuperable del Jauja de La Alberca de mis amores, lugar donde puedes encontrarte a un viejo de mi edad que rezuma historia rural por todos los poros de su atropellado cuerpo, y si no, cuando ya las piernas se aflojan y después de comer con esa comida cocinada con sabor a cocina de pueblo al que aspira cualquier humano de mi edad … pues a repasar Sociales o Lectura … y a cantarle a la vida jugando con ellos y con Ella, lo que es, lo que somos y lo que, seguramente, aún difícilmente queremos o podremos, ser.
Me voy a mi paseo al frente más oportuno cuál es cualquier calle de mis cultos diarios, la Misa de 12, la verdulería, la panadería y el super de Vicente Ramos,  y lo hago pues se escapa el tren de la vida emocional en el que se funden los recuerdos cercanos con los antiguos, ya sabéis, un domingo que veas pasar, domingo que te pierdes, por eso me gusta recordarlos … aunque ya no me acuerde, ni quiera acordarme de casi nada, especialmente, porque se me olvidó y por ello, con toda seguridad, me lo invento cuál viejo arrepentido y al punto de ser ignorado por un mundo que vive una existencia basada en la confusión que ofrece no saber diferenciar entre la fama ocasional y el éxito y entre el dinero fácil y la felicidad, donde eso de “guardar para cuando no haya”, es para ellos, mis admirados chicos de la salida del colegio para comprar chuches, ya, un reproche estúpido de viejos que no han sabido disfrutar de la vida que en su momento se les puso por delante sin que lo supieran aprovechar, ignorando, los muy crueles habitantes de este estúpido mundo vigente que eso muy valenciano de “Folleu, folleu, que el món s´acaba”, no es un modo de vida que ofrezca futuro alguno y que lo que nosotros hicimos y hasta sufrimos, para que ellos puedan vivir y consumir, toda esa indecencia emocional y sarcásticamente inexplicable, en la que viven donde vive la vida hoy.
Según me dicen mis admirados y queridos alumnos del Instituto cercano al Ateneo, y grandes consumidores de chuches y cerveza, ante la pregunta de algunos viejos desequilibrados como lo son casi todos mis amigos:  …”que le den por el culo al que no lo entienda o no me lo pueda regalar, (se refería al smartphone, a la semanada para las noches de ocio y para sus bocadillos entre clases),  pues no es culpa nuestra que el mundo esté así, nosotros no lo hicimos, tío, sois vosotros los que tenéis que pedir perdón o por lo menos dejar que vivamos como nos merecemos, con libertad y con respeto por nuestra desgraciada condición de ser vuestros descendientes, sí, los abuelos del fracaso generacional, no supisteis criar y educar a vuestros hijos, ni aprendisteis a escoger a vuestros políticos, ¡Qué coño queréis que hagamos nosotros ahora!”.
Y con este festín emocional vivido hoy, en las calles de mi querida Playa San Juan, decidí mandar mis esfuerzos  de comprensión y educativos ocasionales, a una mejor vida, a la misma parte que esos niños nos mandaron, muy venerablemente, a todos los de la generación del PREU, no antes de no atender, faltaría más, la despedida del Capi del equipo de chicos del Insti cercano que lo hizo con un rápido, gracioso y “generoso”: ¡¡¡Abuelos, hoy nos pagáis vosotros las birras y los chuches!!!
N: De mis viejas notas en las RS

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