19 febrero 2020
-Hoy Julián andaba "jodido", es decir, andaba muy mal de moral y con el sentimiento perdido.
- Le pregunté: ¿Qué te pasa mi madrileño amigo de lujo?
- Y me lo contó ...
- No sé si me ha querido alguna vez, pero ahora me pasa factura, Enrique, de todo aquel tiempo en que solo me dediqué a trabajar y a nada más. La ignoré, seguramente, y hasta ejercí de gran pecador al estilo de la era del Boom inmobiliario. Comidas, cenas, viajes, noches de blanco y satén y alguna cosa más, pero ... ¿Fui y soy culpable?
- Nunca hice nada bien para Ella, nunca una palabra de aliento en mi quehacer profesional por su parte, ni siquiera ahora en las cosas de la casa más primarias ...
- "¡¡¡Pero qué mierda de cocina me has dejado para un par de huevos fritos que me has hecho!!!" y ...
- "Mira que te lo digo una y otra vez y tú, vas y me dejas la toalla colgada de cualquier manera, es como si no supieras lo que a mi cuesta y me ha costado siempre tenerte la casa como Dios manda"
- "¡Cómo tengo que decirte las cosas! pero como tú eres un cabezón, dale y que te pego en traerme chocolate, cruasans y toda esa mierda de productos que a ti tanto te gusta comprarme" "¿Tan difícil es comprar lo que ponemos en la lista que hicimos anoche?"
- "¿Pero has visto como conduces? ... parece que no te importe una m..... que vayas conmigo ..."
- Y así mil reproches más, querido Enrique. A veces tengo ganas de desaparecer para siempre o de irme a vivir con mi hija que, seguramente, le daría un gran disgusto, pues yo ya no estoy a gusto en ningún sitio. Mi yerno solo me quiere para que les sirva de niñero y mi hija para contarme que gasta más de lo que gana.
- Antes de que pudiera seguir o concluir su discurso, le di un abrazo a Julián a modo de ... "Por favor, no me cuentes más, ya es insufrible a ratos vivir para que tú me lo acabes de recordar", cosa que no le dije, claro, pero creo que él lo entendió cuando me dijo: "Lo siento Enrique, yo no quería ... "
- Mientras me iba, (huía de aquel momento), recordé aquella enorme frase de Victor Hugo: "La felicidad suprema en la vida es tener la convicción de que nos aman, (u odian*), por lo que somos, o mejor dicho, a pesar de lo que somos".
- Con todo, la mañana fue feliz. La bendita, joven y bella lotera, al renovar mi adhesión a la Primitiva con premio deseado a mis viajes prometidos a París igual de prometido que por todos aquellos que dicen quererme, me dice con voz juvenilmente angelical: "Enrique, te han tocado cinco euros" y yo no me desmayé, ni me apoyé en mi compañero de cola antes de desplomarme con un ataque de "nosequé", ni perdí mi cachava, no, solo le dije: "Gracias, pero por favor linda chica, de la semana que viene que no pase, se me acaba el tiempo".
*: Añadido personal
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¡Muy triste!
ResponderEliminarCreo que demasiado, amiga Tracy. No obstante, creo que se quieren. Su problema es la convivencia total, no lo habían experimentado nunca.
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