14 noviembre 2023
- Hoy, por aquí, tenemos una temperatura ambiente de 29ºC y un bello y reluciente sol deja caer sus rayos sobre la piel de cualquiera que se atreva a mirarle a la cara.
- Hay días, como hoy, en los que si tuviera piernas (piernas útiles), me iría a la playa, me sentaría frente al mar, en la arena, con mi silla del ayer que ya descabalgué del maletero de mi viejo X1, y me leería cualquier libro que le robaría a mi vieja librería.
- Desear lo que ahora ya es imposible, recordar lo felizmente vivido y saber dónde asentar las posaderas en cada tiempo de nuestra vida, forma parte de saber cómo abrazar eso que algunos aún llamamos ser feliz aún y no siendo protagonista en cada escenario que la vida nos deje actuar.
- Me senté en un banco del paseo, sombrero de ala ancha cubriendo las perniciosas manchas de mi faz y brazos cubiertos por mi camisa de manga larga impidiendo que cualquier rayo de sol pueda seguir atacando esos círculos oscuros que cubren mi piel por donde quiera mirar mi cruel dermatóloga. Gafas de sol inmensas y ahí, bien sentado, me quedo leyendo mi libro.
- Oigo una vieja voz que me entra por mi oído bueno: "Perdón, ¿eres Enrique?" - Sí, claro (me quito las enormes gafas de sol) - "Fotre, estás irreconocible, ¿de incógnito?".
- Era mi amigo el Cura. Se sentó a mi lado y ahí, juntitos los dos (comiendo unas magdalenas que había hecho doña Virtudes), nos pusimos a charlar. No dejamos títere con cabeza y, eso sí, como a Sabina, nos dieron la una, las dos y las tres, pero de la tarde.
Cuánto se añora la libertad cuando se pierde. Y perdona por el comentario que voy a hacer, pero cuánto se desperdicia cuando la tenemos a nuestra merced. No hablo de la libertad política (ni siquiera sé realmente en qué consiste eso, tan desvirtuado que está) sino en vivir nuestra vida, en vivirnos como somos, en ser uno mismo, en dejar a un lado lo que no es importante para vivir lo que realmente amamos.
ResponderEliminarPero nos das una lección, querido Enrique: que siempre hay algo que se puede disfrutar, porque la amistad no sabe de dolencias físicas, y la lengua nunca tiene agujetas por mucho que charlemos. Y mientras vayamos viendo, tenemos nuestros libros, con los que charlamos en una conversación muda.
Yo, con mis respetuosas dolencias, me siento afortunado. Y aunque no vistiera de negro, me pararía a tu lado, cogería una silla, me agenciaría una madalena, y charlaría largo y extenso.
Tengo curiosidad por saber quién se cansaría antes...
Un enorme abrazo, querido amigo!!!
Gracias, Emilio, tú sí eres un valiente personaje de la especial historia de tu vida. La vida es cada momento y en su momento, dices bien, querido poeta enamorado.
EliminarNo sé quién se cansaría antes, pero podríamos dedicarle una eterna vida a ello, querido amigo.
Un fuerte abrazo.
Y que sigan las cinco, las seis, porque eso es vivir. Esos pequeños detalles son los condimentos que necesitamos a diario.
ResponderEliminarAbrazos estimado Enrique
Eso creo yo también, Tatiana.
EliminarYa sabes, donde se es feliz, ahí es.
Feliz miércoles.
Al final e lo pasaste bien.
ResponderEliminarBueno, lo intento, procuro no pensar y solo soñar, querida Tracy.
EliminarUno debe tratar de ser feliz y sobre todo de estar en paz con uno mismo. Te mando un beso.
ResponderEliminarEso que has escrito, Judit, es muy importante, "en paz con uno mismo, eso es primordial.
EliminarFeliz miércoles, escritora.
Recordar lo que ahora ya es imposible...
ResponderEliminarAcorde con las canas que peino no voy a negar que hay cosas hoy imposibles de hacer... Podría señalar algunas pero seguro que ya hebéis dado en el clavo con alguna. :))))))
Dicho esto, y precisamente por ello, ni pienso, ni me viene a la mente recuerdo alguno de nada que, hoy, sea imposible de realizar.
Y respecto a la una, las dos y las tres, es lo que tiene Sabina, con o sin sotana, y si además le sumamos "las" Virtudes, pueden dar las diez de la noche... y las once y las doce...
Gran abrazo amigo Enrique. Alma mater de estos espacios!
Ay, Ernesto, me hace feliz verte por aquí, eres especial y eso no es fácil de encontrar en el mundo de hoy.
EliminarGracias, siempre subes mi autoestima.
Disfrutar de cada momento de la vida también es sabiduría. Un beso
ResponderEliminarAsí es, Susana, hay que amoldarse a lo que se tiene y si lo consigues, la felicidad está asegurada.
EliminarFeliz miércoles.
Que bonito relato y que deliciosa actitud la tuya, y para amenizar el rato, una charla con tu amigo el cura. Estupendo final con esa pincelada de Sabina, porque cuando se está agusto pueden dar las uvas.
ResponderEliminarUn abrazo y buen día Enrique.
Gracias, Elda, siempre tan amable.
EliminarFeliz miércoles.
Ser feliz compartiendo ese pan de ángeles es lo que verdaderamente importa.
ResponderEliminarEs necesario evitar dinamitar instantes que nos hacen felices, poder tender la mano a un amigo, que acoja nuestras palabras, emocionarse con una anécdota de los nietos y sonreír.
No compliquemos la sencillez de lo hermoso.
Un beso.
Qué bonito escribes, Ilduara, solo una persona con un alma de ángel puede escribir así. Me quedo con esa bella frase de: "No compliquemos la sencillez de lo hermoso.
EliminarUn abrazo, chica de bella alma.
Cada etapa de la vida tiene sus cosas buenas y de las otras. NO CREO EN EL PARÍASO amigo, por eso se que la vida no es todo color de rosa.
ResponderEliminarEn todo caso, lo importante es recordar con amor y felicidad lo bueno de las etapas anteriores, disfrutar de las pequeñas -o no tanto- cosas que hoy podemos hacer, aceptar nuestras limitaciones y adecuarnos a ellas.
En la aceptación , me parece, está la clave de seguir disfrutando de nuestro pequeño mundo. Y, no tengo dudas, tú si sabes hacerlo muy bien.
Otro abrazo yendo
Bien entendido, dulce Lu, usted sí que sabe.
EliminarUn fuerte abrazo
Que bien cuentas estas anécdotas, Me llamo a sonreir lo del cura, cuando te quitaste las gafas, si estabas de incógnito, He pensado para un cortometraje o un cuento corto. Me siento escribiéndolo. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarMe alegra saberlo, Carlos Augusto. Eres un crack.
EliminarFeliz día o lo que quede de él